martes, 29 de marzo de 2011

EL FUTURO ES HOY

 Mas allá del agotamiento de un modelo que,
a pesar del crecimiento, produjo más precariedad
laboral, desempleo y pobreza; más allá del fracaso
de la cultura de la intolerancia y el egoísmo,
de la indiferencia ante lo próximo, de la
desintegración de las familias.
Más allá de de la precariedad avasalladora de
la seguridad pública, de la falta de respeto a los más
viejos y del desaliento de los más jóvenes;
más allá de la prepotencia y de la mentira y de la
debacle moral del país,
la sociedad argentina quiere cambiar y comenzar,
ella misma, a promover la transformación necesaria.
Ya desde el 2007 y luego en el 2009, una inmensa
mayoría del pueblo argentino eligió cambiar.
En la Coalición Cívica entendemos que este fue
el sentido de cada uno de los votos
que nos fueron otorgados.
Y ahora estamos nuevamente parados ante la
oportunidad histórica de lograr ese día soñado
por  tantas generaciones de luchadores que nos
precedieron, para reafirmar nuestros compromisos
más profundos y esenciales, para reiterarles a todos
los ciudadanos de nuestro país el significado y la
importancia de esta nueva oportunidad democrática,
para decir que llegó la hora de transformar,
de una vez por todas, a nuestra querida Argentina
en aquella nación con la que la gente siempre soñó:
una nación soberana, digna, conciente de la importancia
propia en el escenario internacional y al mismo tiempo,
capaz de cobijar, proteger y tratar con justicia a todos sus hijos.
Vamos a cambiar con coraje y con cuidado, con humildad
y con audacia. Sabiendo que el cambio es un proceso gradual y
continuo, no un simple arranque voluntarista.
Cambio por medio del dialogo sincero y del entendimiento honesto,
sin injusticias, ni ilegalidades, ni precipitaciones,
para que el resultado sea consistente y duradero.
No queremos ofrecerles la mentira de que bajo de lo nuevo
se escondan el viejo contubernio, la vieja corrupción,
el viejo pacto y la vieja entrega.
Muchos de nosotros pertenecemos a la generación del ‘70
pero no compartimos el setentismo mentiroso, perverso e
inhumano que ostenta el kirchnerismo. 
Nosotros queremos hacernos cargo de la Historia y esos años
fueron de violencia y fueron de irresponsabilidad.
Queremos hacernos responsables. Nosotros no queremos
nunca más una dictadura militar, pero tampoco queremos
nunca más el ‘74 y el ‘75 en la Argentina”.
Porque gobernar no es mandar, no es atropellar, no es convertir
el poder en tarima de todas las pasiones inferiores,
en instrumento de venganza, en castigo de libertades;
gobernar es conducir, es educar, es ejemplarizar,
es redimir. Y eso no lo harán jamás quienes van al poder
sin título moral, quienes carecen de la honestidad y
honradez de una inspiración superior, quienes arrebatan
el Estado como trofeo de su  revanchismo.                                           
Cambiar significa también transformar y reinventar.
Argentina es un país inmenso, e inmensamente rico,
tanto en sus recursos naturales como humanos.
No podemos dejarlo seguir a la deriva, al gusto de
los vientos, carente de un verdadero proyecto de desarrollo
nacional y de planeación estratégica.
Si queremos transformarlo, con el fin de vivir en una nación
en que todos podamos andar con la cabeza erguida, tenemos
que ejercer cotidianamente las virtudes de la decencia,
la paciencia y la perseverancia.
Los próximos diez años para América del Sur van a ser
extraordinarios, Argentina tiene que incorporarse a ese proceso
de desarrollo donde están Brasil, Uruguay y Chile.
Desarrollo significa que las clases mas pobres de este país
pasen a ser la clase media, nosotros tenemos que lograr en
diez años ser un país de clase media y esto se hace bajando
los impuestos  a la clase media productiva, a la trabajadora,
saliendo al mundo y produciendo dentro de Argentina.
Debemos hacer de esta Nación lo que tuvo que ser siempre,
que es una Nación de clase media. Para eso hay que librarnos
de los corruptos, de los mafiosos, de los que usan a los pobres
para mantener el poder. Este es el desafío y lo podemos hacer.
Tenemos que pisar el camino con los ojos abiertos y caminar
con los pasos pensados, precisos y sólidos, por la simple razón
de que nadie puede recoger los frutos antes de plantar los árboles.
Pero comenzaremos a cambiar ya, pues como dice la sabiduría
popular, una larga caminata comienza por los primeros pasos.
Este es un país extraordinario. Desde La Quiaca a Usuahia,
lo que tenemos es un pueblo maduro, curtido, sufrido…
pero optimista. Creemos en un futuro grandioso para Argentina,
si logramos que nuestra alegría sea mayor que nuestro dolor,
que nuestra fuerza sea mayor que nuestra miseria y que nuestra
esperanza sea mayor que nuestro miedo.
Nosotros estamos decididos a construir una Nación donde
nuestros hijos y nuestros nietos y los hijos de las madres pobres
sean de clase media, sean emprendedores y sean ciudadanos
del mundo. Eso es ser progresista, creer en el progreso de una Nación.
Creer en el progreso del desarrollo económico, en la prosperidad
económica y en la prosperidad social, es el progreso.
Lo retrógrado, lo conservador, lo tremendamente reaccionario
es mantener a los pobres en la pobreza con subsidios para que
los corruptos mantengan el poder.
Nosotros no creemos en la división de clases.
No creemos en el estatismo a ultranza que protege organizaciones
mafiosas al amparo de la bandera nacional.
Creemos en garantizar un mercado libre, concurrente, con apoyo
a los sectores más vulnerables los pequeños, los medianos,
los productores.
Este Estado no va a ser un Estado árbitro.
Este estado va a ser un Estado que equilibre las fuerzas de los que
producen pero son más débiles frente a las cadenas
de comercialización.
Nosotros somos antimonopolios. Pero advertimos que, a veces,
la concentración viene por vía estatal dónde los dueños
no somos nosotros.
Los dueños de Aerolíneas no somos nosotros. Los argentinos pagamos
a un grupo de mafiosos para que, prácticamente, fondeen lo que fue
una gran empresa nacional.
Pero el Estado tiene que estar presente además para asegurar una
educación de máxima calidad.
Nosotros vamos a llevar la mejor escuela pública a los lugares más pobres.
Este es nuestro compromiso. Una educación que vuelva a la excelencia.
Una educación pública que sea a la que mire la educación privada.
Una educación que convierta a los que menos tienen en portadores
del conocimiento, los valores y la apertura al mundo para que se puedan
sentir seguros en cualquier lugar, en cualquier región, en cualquier continente.
Se discute demasiado en la Argentina si somos de izquierda, si somos
de derecha,…  En ese debate, que les encanta a los superficiales,
nosotros decimos que estamos en el lugar del centro que es la justicia,
que es la verdad y que es la construcción de una gran prosperidad nacional.
No del centro ideológico sino del centro como equilibrio de justicia.
Porque es preciso ser justos para que haya libertad en esta Nación,
y para que no haya impunidad.
Lo que no se discute es si somos los argentinos
lo que estamos “llamado a ser como Nación”.
Y ¿qué es estar “llamado a ser como Nación?. Estar “llamado a ser” es “a ser”,
no “a parecer”... Estar “llamado a ser” como simple humanidad es estar
llamados a ser decentes, transparentes, justos, solidarios…
eso es lo que estamos llamados a ser como Nación.
Honrar lo que somos es hablar con verdad. Honrar la vida es buscar la justicia.
Honrar la vida es buscar una humanidad justa para todos los habitantes del mundo,
y abrir la Argentina a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino.
Y ser justos es proteger a nuestros niños, jóvenes y adultos mayores.
Ser justos es ser justos con la infancia y con nuestros mayores en este país
con el Ingreso Ciudadano Universal.
Y ser justos es tener las mejores escuelas y la mejor educación en los lugares
más pobres.
Y ser justos es tener la mejor salud ahí donde la infancia no tiene la culpa
del destino que se le ha deparado por nuestra responsabilidad.
Ser justos es ser justos socialmente.
Pero ser justos es, también, no atosigar no apremiar y no perseguir a los
que producen, a los que trabajan, a los que generan riqueza en este país.
Ser justos es no apretar con más impuestos a la clase media decente
que tiene pequeñas y medianas empresas y paga sus impuestos,
mientras por otro lado se garantiza a los intereses de la
concentración económica y a los amigos del poder y a cuanto
trucho existe, no pagar impuestos y hacerse ricos en dos o tres años.

Dos flagelos tiene la Nación, enormes, que implican un desafío
mucho más difícil de lo que uno cree.
El flagelo de la corrupción naturalizada en todos los estamentos
del Estado nacional y provincial, y el flagelo del narcotráfico y
el lavado de dinero como amenaza de un futuro muy cercano
de lo que fue en Colombia, hoy en México.
Otras fuerzas prometerán esto, pero la única fuerza con coraje,
con independencia, con neutralidad y con conocimiento para enfrentar
el narcotráfico en la Argentina, como lo venimos haciendo para liberar
a los pobres del fantasma de la muerte por la droga, es la nuestra.
Nosotros vamos a enfrentar con absoluta convicción
estos dos flagelos más difíciles.
El combate a la corrupción y la defensa de la ética en el trato de
la materia pública serán objetivos centrales y permanentes.
Es preciso enfrentar con determinación y derrotar la verdadera
cultura de la impunidad que prevalece en ciertos sectores de
la vida pública.
No permitiremos que la corrupción, malversación y el desperdicio
continúen privando a la población de recursos que le pertenecen
y que tanto podrían ayudarles en su dura lucha por un país que pueda
cobijarnos a todos con igualdad de oportunidades.
Ser honesto es NO ROBAR y NO DEJAR ROBAR,
pero también es mucho más. Es también aplicar con eficiencia
y transparencia, sin desperdicio, los recursos públicos y enfocarlos
en resultados sociales concretos. Estamos convencidos de que de esta
forma, tenemos una oportunidad única de superar los principales
obstáculos para el desarrollo sustentable del país. Y nosotros estamos
dispuestos a no desperdiciar esta oportunidad conquistada con la lucha
y el sacrificio de millones de argentinos y argentinas.
Nuestra premisa es trabajar en equipo, con decencia y con ética,
sin personalismos, por el bien de Argentina y vamos a adoptar un nuevo
estilo de gobierno con absoluta transparencia.
Nos comprometemos a ejercer un gobierno donde el respeto a la Constitución
y a las instituciones republicanas será cabal e irrestricto. El Poder Ejecutivo
mantendrá una relación constructiva y fraternal con los otros poderes
de la República, respetando ejemplarmente su independencia y el
ejercicio de sus altas funciones constitucionales.
“El futuro es hoy”; este es el gran mensaje que queremos trasmitir
a la sociedad argentina que se prepara para votar en las próximas elecciones.
Estamos seguros que esta vez la esperanza finalmente vencerá al miedo
y el pueblo argentino decidirá andar nuevos caminos.

DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

Ante la degradación de las condiciones de la vida pública y privada en la Argentina, 
la irresponsable destrucción de la República, la apropiación y vaciamiento del Estado, 
la continuidad de la corrupción, la ininterrumpida concentración del ingreso y la 
perpetuación de un país intolerablemente injusto y cada vez más violento, 
ésta COALICIÓN CÍVICA se propone como un espacio plural de participación y
consenso que supere la mera oposición al oficialismo y sea capaz de generar las
condiciones político-institucionales para un nuevo país socialmente cohesionado,
económicamente avanzado e inteligentemente integrado al mundo.
Ética, República y distribución del ingreso son nuestros principios. Una ética entendida no sólo
como lucha contra la corrupción sino como un contrato moral que comprometa a los argentinos
contra las corporaciones que controlan la vida nacional, contra las matrices mafiosas que se
han apropiado del estado y contra las prácticas clientelistas que erosionan la democracia y la
justicia y quitan a los ciudadanos no sólo sus derechos sino su autonomía y dignidad.
Una República entendida no solamente como movimiento abstracto de los mecanismos
institucionales sino como garantía de poderes estatales responsables ante los ciudadanos y
de una democracia sustantiva, basada en la representación y la participación y no en la delegación.
Una distribución del ingreso que sea real y no sólo discursiva, que incluya el acceso a la educación
y a la cultura y no dependa del asistencialismo clientelista sino que se base en los derechos
universales de los ciudadanos y del pleno empleo de sus capacidades en el contexto de la sociedad
del conocimiento y la información.
Ética, República y Distribución del ingreso son valores que no pueden ser alcanzados bajo
los modelos de país ya fracasados. Para hacerlos realidad, es necesario un nuevo paradigma de
desarrollo económico-social.
Por eso no estamos por una versión más prolija del presente modelo autoritario y patrimonialista
que traiga más de lo mismo, sino por un nuevo paradigma que supere las antinomias
(campo o industria, autoritarismo o democracia, distribución o crecimiento, neoliberalismo o
neopopulismo corporativo, setentas o noventas, república o justicia social) que durante la segunda
mitad del siglo XX han llevado al fracaso a una nación escasamente poblada, educativamente avanzada
y en la que abundan los recursos naturales.
De los laberintos creados por las antinomias del pasado se sale por arriba, entrando de una buena vez
al siglo XXI en el que la riqueza se produce y se distribuye de acuerdo a nuevos procesos y estructuras,
tan lejanos de la devastación del territorio y la mentalidad extractiva como de la explotación del trabajo
manual en una cadena de producción industrial.
La Argentina tiene excelentes ventajas comparativas en este terreno, el del futuro: el uso de un idioma
que es el segundo más hablado del mundo, una apreciable capacidad creativa y de innovación de sus
habitantes, numerosos núcleos de desarrollo tecnológico sobrevivientes a las debacles causadas por
el sistema político, una tradición de excelencia en biotecnología, principal campo de desarrollo de la
revolución científica, y un nivel cultural todavía elevado a pesar del maltrato al que ha sido sometida
la educación en el país. Si los argentinos lográramos aplicar nuestra capacidad para generar
información, conocimientos, emociones, diversidad cultural y comunicación a todas las ramas
de la actividad económica y social -como han hecho hasta ahora sólo unos pocos sectores- el resultado
sería una explosión de desarrollo económico y progreso social y no el vulnerable crecimiento sin mejora
del perfil social y productivo al que asistimos hoy.
La COALICIÓN CÍVICA se expresa también a favor de la superación de la falsa opción entre las relaciones
carnales y el aislamiento internacional.
Creemos profundamente en las enormes posibilidades que para sus habitantes puede abrir una
Sudamérica orientada al mundo y al futuro, cohesionada por infraestructuras comunes, integrada no sólo
económica sino políticamente, con instituciones parlamentarias y judiciales capaces de solucionar
conflictos paralizantes como los enfrentan hoy a miembros de un mismo bloque.
Proponemos una Unión Sudamericana dotada de mecanismos de decisión democráticos de escala
continental, que sean capaces de arbitrar los problemas regionales y de proveer al continente una estrategia
sostenible de desarrollo que no acabe con sus democracias nacionales sino que confiera nuevo vigor a sus
mejores principios. Creemos en una Unión Sudamericana con capacidad de decisión autónoma y a la vez
integrada al resto del planeta, deseosa de abandonar el victimismo improductivo y de aprovechar las
oportunidades que la mundialización está abriendo para los países en desarrollo. Soñamos con una Unión
Sudamericana que no sea un mero nacionalismo ampliado a la escala regional ni un muro que separe a
sus países del mundo, sino que se constituya como un puente hacia él. Y creemos también que la Argentina
tiene un rol importante en su construcción, en la reforma democrática de la ONU y demás organismos
internacionales, y en la progresiva creación de instituciones democráticas en el ámbito global.
En el campo institucional nacional la COALICIÓN CÍVICA se pronuncia por un verdadero federalismo
fundado en un régimen de coparticipación equitativo que acabe con el chantaje y la cooptación de
gobernadores provinciales, por la restitución al Parlamento y a la Justicia de su dignidad e independencia
avasalladas, por una reforma política y del sistema de financiación de los partidos que impida la eterna
reproducción del viejo orden político, por una reforma fiscal que acabe con la concentración de la renta y
por la devolución de los poderes sustraídos al Parlamento y el fin del hiperpresidencialismo.
La Argentina ya ha tenido suficientes presidentes fuertes y no necesita otros sino una democracia
republicana fuerte, regida por un nuevo contrato moral y ciudadano que garantice tanto la calidad institucional
como la distribución social y geográfica de sus riquezas. Y cuando decimos contrato moral y ciudadano no
hablamos de abstracciones sino que decimos derecho de todos a la alimentación y los medicamentos por
encima de cualquier otra consideración; decimos ingreso ciudadano universal para la infancia y la tercera edad;
decimos derecho a la protección de una justicia autónoma; decimos igualdad de oportunidades garantizada
por el sistema educativo; decimos no discriminación; decimos derecho a una información y una comunicación
independientes; decimos estado eficiente en la lucha contra las mafias narcotraficantes; decimos libertad de opinión,
de credo y de conciencia; y decimos liberación del miedo y la opresión.
No comprendemos la polémica entre quienes creen que el problema de la seguridad se soluciona acabando
con las injusticias sociales y quienes piensan que se arregla con un eficiente sistema policial y judicial, dilema
tan fácil de solucionar poniendo una “y” donde los polemistas ponen una “o”. Estamos por una seguridad humana,
es decir: por una seguridad que garantice el derecho a la vida pero que incluya además el acceso de todos
a la salud, la vivienda digna, la cultura y la educación.
Una seguridad humana que comience por el irrestricto respeto a la ley por parte de todos, comenzando por quienes
gobiernan. Una seguridad humana en la que una protección eficaz de las fuerzas policiales no signifique gatillo fácil
y en la que el derecho a la vida y a la tranquilidad de los unos y las garantías constitucionales de los otros tengan la
misma dignidad.
Queremos una COALICIÓN CÍVICA que apunte a recuperar el Gobierno y el Estado para los ciudadanos,
pero queremos también una transformación ética, republicana e igualitaria que vaya más allá del Gobierno y
del Estado. Por eso nos comprometemos a respetar en la COALICIÓN CÍVICA los mismos principios que
proponemos para el país: proyectos a largo plazo que no sacrifiquen el futuro al presente; toma de decisiones
colegiada, transparente y abierta al debate; modelo organizativo pluralista, horizontal y democrático que no excluya
a la dirigencia política ni a los partidos pero que tampoco se limite a ellos, sino que promueva la inclusión plena
de ciudadanos y organizaciones provenientes de todos los sectores de la sociedad civil.
Somos David contra Goliat y lo sabemos. Y sabemos también que fue David quien triunfó.
Venimos de la política, de la cultura, de la religión, de las artes, de las ciencias, y del trabajo duro y del oscuro llano.
Somos parte de un diálogo pluralista, intercultural e interreligioso de quienes piensan distinto pero mantienen una
misma línea de conducta y un conjunto de principios no negociables ante el poder de quienes dicen pensar lo
mismo pero están unidos solo por sus intereses económicos.
Exigimos nuestros derechos y aceptamos nuestras responsabilidades. No nos preocupa el poder corporativo
ni sus ataques y amenazas sino el cinismo y el escepticismo de muchas de sus víctimas.
Luchamos por un estado de derecho constitucional que sea algo más que letra muerta. Seguiremos dando batalla
para que no haya reconciliación sin justicia pero también lucharemos para crear un escenario público en el que la
manipulación de la Historia sea repudiada, para instaurar un sistema jurídico que proteja la paz y la verdad y
castigue la violencia y la mentira, y para que no haya impunidad para nadie.
No combatimos con las armas del poder sino contra las armas con que el poder hegemónico tiene maniatada a una
Argentina de la que dice ser el único capaz de gobernarla cuando en realidad es el único capaz de hacerla fracasar.
Invitamos a todos los habitantes del país preocupados por el actual estado de cosas a sumarse a nuestros esfuerzos.
Superar las críticas a un sistema agotado para asumir la tarea de construir una alternativa democrática
con ETICA, REPÚBLICA, DISTRIBUCIÓN del INGRESO y un NUEVO PARADIGMA DE DESARROLLO ECONOMICO
y SOCIAL. Este es el desafío que lanzamos hoy.

COALICIÓN CIVICA ARI LA RIOJA TE INVITA A SUMARTE Y PARTICIPAR

Tu participación vale

Son momentos de cambios, de definiciones y de jugarse por sobre todas las cosas. Necesitamos la participación de todos para hacer valer que es posible cambiar con ética y dignidad, para hacer frente a la hegemonía de quienes nada quieren cambiar.